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Porta Gavina - Lupa! Lupa!

Los ejércitos imperiales, en apoyo de los Médicis, determinaron el asedio y la sumisión de Siena y todas sus posesiones. Entre las ciudades que tuvieron que rendirse a los nuevos señores también estaba, inevitablemente, Torrita di Siena. Para estar seguros de que la sumisión era pública y declarada, exigieron que desde el palco de la pena capital, los partidarios de Siena gritaran en la plaza pública su consentimiento al Duque y al imperio. Cada habitante debía gritar, frente a todos: «¡Duque! ¡Duque!». Así hicieron todos, para evitar la muerte. Pero cuando tocó a una cierta Nencia, que era una de las más ardientes partidarias de la libertad en Torrita y Siena, ella gritó: «¡Loba! ¡Loba!». Un grito salió de la multitud y los armeros lucharon por regresar la calma a la plaza. Nencia fue atrapada, golpeada, pero no desistía. Continuaba a gritar: «¡Loba! ¡Loba!». En el colmo de la ira, los soldados se la llevaron y la crucificaron en la puerta de Gavina, dejándola morir. La vieja Nencia, hasta el final, continuó con su llamada a la patria perdida.