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En el palacio de la plaza Biancalana, se ha insertado una estructura de piedra en la fachada, reproduciendo una ventana con la parte derecha oscura semiabierta, como si alguien estuviera espiando desde el interior. Nadie sabe explicarse esta elección. Algunos escucharon de sus abuelos que la casa fue habitada una vez por una anciana que se escondía constantemente detrás de la ventana para ver quién pasaba y vigilar todo en el vecindario. Hizo el peor uso de esta vigilancia continua, difundiendo rumores sobre todo lo que había visto o imaginado, añadiendo arcos y flechas a cada hecho. Una persona particularmente dañada por los chismes de la anciana (parece que le costó el fracaso de un matrimonio), al morir ella, se fue a vivir a su casa. Pero quiso cerrar la ventana para siempre, dejando un recuerdo perenne de los que la habían habitado mal, y como advertencia para tener cuidado con los espías y fisgones.