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El poderoso Porsenna, después de asediar y conquistar Roma, regresó a su palacio en Chiusi. Estaba en la cima del poder, y ya estaba empezando a pensar en la muerte. Luego ordenó construir un mausoleo que fue una maravilla de esa época. De la majestuosa cúpula colgaban miles de campanas de oro y plata, listas para emitir un dulce sonido a cada soplo de viento. Pero las calabozos fueron la verdadera fuente de asombro, con un inmenso laberinto que conducía a un enorme salón con su sarcófago, que descansaba en un carruaje de oro. Y para animar la tumba, también hizo que se hicieran cinco mil pollos y una clueca de oro, que según la leyenda se anima, gorjeando en el laberinto. Los que habían trabajado en la ópera fueron enviados a la muerte para no revelar sus secretos. El Rey Porsenna aún dormiría su sueño eterno en este lugar secreto, aunque un pasaje, en noches de luna llena, permitiría a la clueca y a los pollos salir al campo.
Porsenna fue heredado de la tradición romana como Rey de Chiusi y por su asedio, frustrado gracias a gestos heroicos como los de Muzio Scevola. En realidad, Porsenna la habría conquistado realmente Roma. Un laberinto bajo la ciudad existe, pero es una densa red de túneles construidos para el suministro de agua.